JUGUETES SIN PILAS

Os parecerá que necesito un psicólogo pero odio los juguetes con pilas a raíz de un incidente que tuve con mi hijo.

Las posibilidades de ocurrencia son escasas pero mi hijo al golpear un juguete reventó las pilas y el líquido (ni que decir tiene que tóxico) salió por la parte trasera y manchó las manos de mi bebé.

Vale, tuve lo que se denomina "experiencia traumática" y probablemente mi convición de no comprar juguetes con pilas sea una decisión irracional pero decidme... ¿a qué tengo al menos un poco de razón?

Me cuesta creer que en todos esos test de seguridad que hacen a los juguetes, nunca les haya pasado que se rompan las pilas.

En resumen, ni compro ni regalo juguetes con pilas. Cada día es un poco más difícil encontrarlos.

Los fabricantes de juguetes argumentan que ahora los niños solicitan juguetes con los que puedan interactuar, se muevan y tengan luces. En eso discrepo totalmente. Todos conocemos la paradoja del niño jugando con el embalaje de cartón, mientras el regalo yace despreciado en el suelo.

A mi favor diré que las pilas se gastan rápido y un juguete que basa toda su diversión en el movimiento, si se acaban las pilas no tiene interés.

Luego está el tema de la caducidad de las pilas. Las dejamos metidas en el juguete y no recordamos que pasado un tiempo es preciso cambiarlas. Es un peligro que el niño juegue con pilas caducadas que también pueden abrirse.

Si aún no os he convencido pensad al menos en el medioambiente: si cada niño tiene 10 juguetes y cada juguete una pila... ¿cuántas pilas necesitan los niños del planeta para hacer funcionar esos juguetes?

Foto | Alvimann

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